El rey de la noche busca amigos en clubes de âhouseâ y en baños como farmacias. Todos se rĂen de sus chistes sin gracia, todos le invitan a fumar.
El rey de la noche siempre aparece con cien cañones rubias por banda. Desaparecen cuando amanece, anestesiada la garganta.
Cien mil miradas que no se cruzaban, aquel espejo que no reflejaba ese gesto extraño que tuvo al llegar. Cien mil trocitos de cristal con sangre, ropa interior colgando de un alambre, una chica que vendió su estrella polar. Cien mil intentos de pasar de largo, su imagen difuminada en un charco, la resaca de sudor de la soledad.
El rey de la noche se mueve en cĂrculos âcoolâ, y toca todo con sus manos âMidasâ. La Ășltima vez que le vieron con vida andaba ciego de âglamourâ. El rey de la noche canta victoria y salva todos los obstĂĄculos. Siempre terminan peor las historias para el rey del espectĂĄculo.